lunes, 14 de diciembre de 2009

LA ESENCIA DE LAS ILUSIONES

Tengo que admitirte que la esencia del ser humano sigue estremeciéndome. Desde una esquina de mis átomos, no puedo expresar en esta noche sino la entrega incondicional al disfrute de un tiempo antónimo. Donde el sinónimo de mi ser se transforme en las conciencias unidas de un solo pleonasmo. Deseo sin imputación, que bebas mutuamente de mis esencias para sentirme más eterno. Sé que un instante puede valer una vida, pero la ultra periferia de mis pensamientos recónditos no son ya dignos de buscar paralelismos para reírse de tus tesis Freudianas y predecesoras. No quiero hablar contigo de psicología porque me genera un neologismo disyuntivo. Sin embargo podría derretirme en tu vergüenza si acaso, para que por tu boca corriera una segunda vez el esperma que me acercara a un mejor aliento para las entrañas de mis mañanas. No sé que tiene tu pelo que me acopla las manos de seda, que me sopla el aliento en tus pliegues desde el segundo cargado en el que te dependí la última vez desahogándome con mi mutis por el foro. Perdóname, echo de menos que me cuentes tus rancias interpretaciones de cada día. Te espero al terminar las primeras 23 horas para que me veas con las lentillas que se pierden en tu cama alquilada a mil engaños. Nunca te lo quise confesar en los suspiros, pero te quería porque no te lo merecías. Porque no te dabas cuenta, en nuestro acuerdo común, de las prioridades olvidadas y de que mi dedo valía un éxtasis, mientras yo me devoraba las ganas en una historia ilusoria, inventada y quizás tan deseada, como esta, que tú, nunca té imaginarias o quizás, deseándolo mucho, sí.

1 comentario:

Nayra dijo...

Una vez, soñamos los dos que no nos conocíamos. Y nos
conocíamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos
amábamos.